
Es fascinante leer que los pequeños rumiantes tienen tanto valor. Como investigador interesado en mejorar la producción ganadera (mediante mejoras en su reproducción), resulta interesante conocer la situación en otros países. ¡Mejoras que resultan minúsculas aquí podrían tener una gran repercusión en una aldea de África! Pero también hay mucho que aprender. El libro habla de otros sistemas económicos, otras formas de explotación ganadera y de aprovechamiento. Hay ideas que podrían ser útiles para más de un ganadero con ganas de innovar.
En el libro se recuerda que buena parte de la humanidad (¡tal vez hasta 3.000 millones!) vive con menos de dos dólares US al día (lo que cuestan un par de cafés). En esas condiciones, el ganado no es sólo un medio de producción, es fundamental para vivir día a día. Mucha de esa gente vive en climas duros, con suelos pobres, poca agua, zonas escarpadas. Las ovejas y las cabras tienen muchas ventajas frente a otros tipos de ganado. Son animales resistentes, se pueden pastorear y manejar con relativa facilidad. Al ser pequeños, ocupan menos espacio por cabeza que el ganado vacuno, por ejemplo, su manutención es más barata y dañan menos los suelos.

En España el ganado ovino y caprino tiene un componente cultural muy importante. Este componente es aún más importante en las sociedades más tradicionales y rurales. En muchos casos, las ovejas y cabras tienen un papel importante en la cultura local, en ritos religiosos y sociales. Los rebaños proporcionan un estatus no sólo al propietario, sino también al poblado o a la región, y representan un activo económico por sí mismos.
Fortaleciendo mujeres y niños. El libro señala un detalle muy interesante, el efecto que los pequeños rumiantes pueden tener en el estatus de las mujeres y los niños, y en la disminución de la pobreza. El que mujeres y niños sean responsables de los rebaños puede reforzar su importancia a los ojos de la comunidad, mejorando su situación social y económica.

Con menos infraestructuras y servicios (incluyendo piensos selectos, veterinarios, etc.) es muy necesario mantener razas bien adaptadas a las condiciones locales. Animales resistentes a enfermedades y capaces de alimentarse de la vegetación autóctona, pero que además sean productivos. Estas razas deben ser protegidas. Los ganaderos pueden ser tentados a cambiar sus animales por otros más productivos, descubriendo a largo plazo que renunciaron a razas bien adaptadas por otros animales menos resistentes, y en el proceso las razas originales pueden haber desaparecido.
Los avances conseguidos con razas comerciales pueden aplicarse a las razas locales. Estas razas especializadas pueden ser protegidas mediante programas destinados a la creación de bancos de semen y embriones, tal vez en otros países. A partir de estos bancos se podría devolver a los ganaderos las razas tradicionales, en caso de que éstas menguaran o desaparecieran. Otros programas podrían dedicarse a mejorar esas razas, aumentando su productividad sin perder las características que las hacen tan valiosas. Desde aquí, podemos desarrollar técnicas reproductivas optimizadas para utilizar en esos programas. Incluso podrían importarse animales y dosis seminales o embriones, realizar los programas de mejora y exportar los animales mejorados.
Fotos de Brian Kelley y Charles Roffey.